sábado, 11 de mayo de 2024

La visita

Me levanté en mitad de la noche. Era la segunda vez que lo hacía, necesitaba vaciar mi vejiga y, cuando lo hice, no sé por qué , me dirigí a la puerta de entrada del piso y abrí sin que nadie hubiera llamado pero convencido de que tenía que hacerlo. Y ahí estaba. Me saludó con una pequeña inclinación de cabeza y entró como Pedro por su casa, pero ni era su casa ni se llamaba Pedro. Eres un ingenuo, me dijo. Con lo mayor que eres y sigues confiando en la gente. No era la primera vez que me decían algo así, pero sí era la primera vez que lo hacía un desconocido en mitad de la noche. ¿Quieres café?, le pregunté. No hace falta, nunca duermo. Sonreí sin entender, aún tenía un pie con Morfeo. Pero a medida que íbamos charlando comprendí que no era un ser de este mundo. Y cuando le ví ir directo al sillón sin bordear la mesa sino atravesándola, me pareció curioso, aunque muy bien podría ser un truco para quedarse conmigo. No dije nada, no quería ser el ingenuo que había dicho que era y no le di importancia a sus peculiaridades fenoménicas. Estuvo un rato más hablando hasta que se difuminó. Dejó un pequeño cerco en el sillón o eso me pareció. Cuando fui a limpiar el cerco pude leer: no te fíes ni de tu sombra. Qué manía tienen las visitas con dar consejos a todo el mundo. Apagué la luz del baño y volví a la cama. A veces es mejor pensar que no ha ocurrido nada, que todo ha sido un sueño y que se borrará a mitad de mañana.

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