jueves, 23 de mayo de 2024

Poema

Siempre quise tener una casa que fuera distinta a todas las demás. Un sitio donde estuviese a gusto, donde pudiera corretear desnudo en cualquier época del año. Tener todos los rincones habilitados para una buena lectura. Una hamaca y también una mecedora, como tenía mi abuela; siempre me gustó ese balanceo donde tu alma ronronea, y la imaginación se dispara pero tu cuerpo está en calma. Una casa de diferentes colores. Una habitación para meditar, con olor a incienso, otra con mucha luz y muchas flores. Y me puse a pensar cómo podría ser mi casa, si cabría en un folio, si tendría versos, si rimarían o no, si esos versos olerían, si entre verso y verso haríamos el amor. Y me vine a vivir a un poema, a un poema de amor. Mi casa ahora es un fiesta, cada verso es un amigo, cada uno con su ritmo y todos en mi corazón, su hogar natural. Lo bonito de vivir en un poema de amor es que ya no tienes que pedir lo imposible porque todo lo maravilloso que imaginaste ahora es condición de posibilidad, la ensoñación se materializa, la imaginación se hace real, toda dulce fantasía tiene cabida en la vida que transcurre en esta casa poema y, al abrir el ventanal, una brisa de besos entra en la casa llenándola de fragancias y, como en un sueño, cambian todos los colores de la estancias y todos disfrutan retozando entre los versos, impregnados de brisa de besos y yo, desde la mecedora, desnudo me balanceo.

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