domingo, 26 de mayo de 2024

La carta

Sé que no vas a leerla. Nunca las lees, pero tengo que decírtelo. A veces me ocurre lo mismo cuando hablo. Hay personas que me miran incluso a los ojos mientras pronuncio mis palabras, pero no me escuchan; asienten con la cabeza, simulan atender, esbozan una ligera sonrisa, todos sus gestos aparentan, piensan, aunque no estoy seguro, que lo que digo ya lo han oído muchas veces, que lo dice todo el mundo, pero realmente no me oyen, nunca me han escuchado. Estoy cansado de tener siempre las mismas discusiones, no se puede hablar con quien no atiende a argumentos, con quien opina e impone. Por eso voy a dejar de mantener conversaciones, prefiero cantar en soledad, ir al parque, pasear con mis emociones, sin explicárselas a nadie, para qué, no me escucharían. Abriré un libro y me sumergiré en la lectura. Siempre es mejor un buen libro porque los libros siempre escuchan. Primero te hablan durante la lectura e incluso después, cuando los cierras y piensas en lo que has leído. Entonces comienza una conversación silenciosa; son las que mas me maravillan. Hablas con el autor, me embargan recuerdos relacionados con lo leído, empiezo a encontrar conexiones y entonces quiero explicarte algo que he descubierto y decido escribirte una carta. Me preparo, bolígrafo, papel, pero entonces algo me frena. Es tu voz en mi cabeza: no leo las cartas. Doblo el folio en blanco y lo meto en un sobre. Pongo tu nombre y dirección, mojo el sello y lo pego en el sobre. Lo introduzco en un buzón. A lo mejor esta vez lees la carta, aunque presiento que va a ser difícil hacerlo. Pero aún sin letras, algo te estoy diciendo. Te estoy ofreciendo mi silencio.

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