
Cualquier cosa puede ser interesante, eso depende de cada uno. Y en un acto de humildad en el que apenas me reconozco, bajaré un escalón más, y adoptaré todo aquello que me suene interesante, para moldearlo con mi intelecto, transmitirlo con mis dedos en pleno tecleteo, donde un sonido maquinal se transforma en fenomenal, y ahí es donde lo interesante empieza a sonar, y la música de la comunicación fluye y se expande, generando un baile vital del que todos formamos parte.
viernes, 13 de septiembre de 2024
Árboles y piedras
Fijaos en ellos. Tienen una belleza superlativa, pero disimulada, hay que fijarse bien. Lo mismo ocurre con algunas personas. A simple vista parecen normales, comunes, vulgares, uno más entre el montón. Pero siempre hay un rasgo diferencial, una llama oculta, una chispa que se asoma al exterior, un brillo en la mirada que incita al conocimiento profundo, que augura una amistad, un amor. Mirad los árboles y las piedras. Son naturales y maravillosos, como mis amigos. Los árboles y las piedras son mi país. Porque yo quiero un país natural, sin fronteras, que esté en todas partes. Viajar por todo el mundo y sentirme siempre en mi país, con mis amigos, mis piedras y mis árboles. Sentir que lo auténtico, lo primordial nadie puede acotarlo. Porque las piedras y los árboles hablan el mismo idioma entre sí, al igual que mis amigos y yo, que hablamos en el lenguaje del amor. Por eso construyo un mundo para todos mis amigos, MundoPoema, sin divisiones de países, sin fronteras, con una capital emblemática y placentera, Kariñópolis, nombre sugerido por un gran amigo al que pronto podré abrazar. Ya de niño soñaba con árboles y piedras. Con la conexión de los árboles a través de sus raíces, comunicándose, alimentándose bajo la tierra compartida. Y arriba, las piedras que cambian y no cambian, porque cambian tan despacio que parecen siempre las mismas. Piedras que acumulan recuerdos e imágenes de una extensa vida, que incitan a la meditación, que nos explican el valor del silencio y lo comparten con nosotros, con sus formas y colores. Y los árboles danzan para ellas junto a las flores. Hay una comunión sublime en todo ello. Por eso observo siempre atentamente a los árboles, piedras y futuros amigos. Para descubrir el amor y para descubrirme a mí mismo.
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