sábado, 14 de septiembre de 2024

La travesía

Mucho tiempo he pasado en isla monotonía. Cada día era el mismo que se repetía y, si recordaba uno, recordaba toda la vida. Mis sueños eran lo único diferente, lo único que me hacía salir de isla monotonía ligeramente. Pero también eran una trampa, pues además de soñarlos los imaginaba y con eso me contentaba, con ensoñaciones de madrugada, sueños etílicos que en pesadillas se transformaban. Pero un día dije que ya bastaba. Algo se coló en mi corazón, una fuerza inusitada y, de la nada, apareció la travesía ante mi mirada. Abrí una pequeña maleta, puse algo de ropa, unos escritos en una carpeta. En un petate guardé unos libros para el viaje, esos libros que siempre quise leer y que había comprado hace tiempo pero que nunca leía debido a mi triste monotonía. Cerré la maleta un poco apurado, temía ser engatusado por la costumbre de siempre y quedarme ahí parado. No había que perder tiempo, así que con determinación y algo apurado, agarré la maleta y el petate y me encaminé hacia la travesía de mi vida. Mi corazón palpitaba fuerte, con alegría, con esa futura alegría que encontraría en mi travesía.

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