jueves, 5 de septiembre de 2024

Partidario de la alegría

Muchos dicen que la felicidad no existe, pero parece ser la más buscada. Tal vez puede que sea el camino, la felicidad, el tiempo que se pierde buscándola, el esfuerzo que se hace. Yo, sinceramente, sí creo que existe, pero dura poquito. Así que prefiero la alegría. Es más suave y ligera y la puedes encontrar todos los días. Incluso en momentos de tristeza puedes intercalar alegría, como una luz intermitente, como una pausa a la agonía de vivir con dolor. Por eso soy partidario de la alegría y siempre intento que la gente sonría, aunque no los conozca. Pero si los conozco me lo tomo como una obligación. No puedo ver a un amigo triste y, si lo veo, me transformo en distracción. Primero doy un pequeño sermón que nunca funciona, luego hago preguntas que tal vez no tengan ningún sentido, pero así como lo siento lo digo. No lo puedo remediar y a mis amigos tengo que amar, y si están tristes, mucho más. Por eso mareo la perdiz, o frío la codorniz, para que el que esté triste sea feliz. Comamos perdices aunque sean imaginadas, soñemos con hadas, peludas y gordas, bailemos y cantemos, levantemos los brazos al cielo y, justo en ese momento, te doy un beso en el cuello, inesperado, así, porque sí, y te hago cosquillas y te veo sonreír y la tristeza se ha difuminado. Jugamos un rato mientras se dispersa totalmente. Aparecen las carcajadas, la alegría está de nuestro lado y yo soy su partidario.

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