miércoles, 25 de septiembre de 2024

El maestro del deseo

Cuántos cuerpos solícitos se exponen, enjambre de carne placentera, uno puede pasar la vida entera contemplando pechos, nalgas y cipotes. Pero aburrido se hace si no hay trato, deseo, confianza, amor y cariño. De qué vale un cuerpo sin una atenta mirada, sin un roce de cariño, sin un silencio compartido, sin una conversación alegre que cambiará nuestras vidas desde ese mismo instante que la tuvimos. Los cuerpos se van haciendo bellos cuando los barnizamos de amor y cariño, cuando tenemos la confianza de jugar como niños, cuando un encuentro casual se convierte en maravilloso. Los cuerpos se hacen eternos cuando acariciamos las almas que hay en ellos. A veces un abrazo puede cambiar un mundo entero. Es el cuerpo el continente del amor que hay contenido y yo sólo he venido a despertarte los sentidos, a iniciarte en el deseo, ayudado de la razón, a reorientarte en el camino donde encontrarás la dicha de todas las alegrías que creías perdidas. Los deseos deben ser nuestros y no solo de nuestros cuerpos, pues deben alegrarnos la vida, aposentarnos en una tranquilidad amorosa que, aún estando en soledad, sintamos compañía.

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