lunes, 2 de septiembre de 2024

Mi casa

Tengo un atril, donde antaño apoyaba las partituras que leía para tocar la flauta travesera, donde una lámpara rota está enganchada con una pinza y un pañuelo la cubre para que no me deslumbre la vista. No caben los libros en mi casa; las estanterías están llenas, varios muebles tienen torres de libros y también hay muchas torres o columnas de libros por el suelo. La mesa en donde como, desayuno y ceno, tiene múltiples usos. Un treinta y tres por ciento es para ingerir alimentos y para libros y la zona restante es donde escribo y leo y me conecto con el mundo internáutico. Al lado de la mesa hay un tendedor de ropa que, muchas veces, también tiene libros. Yo creo que ya no es mi casa, es de los libros, la han invadido. Pero no me importa. Mientras puede tener la suficiente libertad de movimientos para abrirlos y leerlos, todo irá bien. Pero ahora que lo pienso los libros son los que deberían pagar el alquiler. No lo voy a decir en alto no sea que tomen alguna represalia y atranquen la puerta de la casa en cuanto yo esté fuera y luego no pueda entrar. En el dormitorio tengo más libros y una pequeña invasión de ropa, ropa que quiere salir del armario en donde la tengo apelmazada sin orden ni concierto. Yo la vuelvo a poner en el armario, pero como veo que no le gusta, la dejo también en el tendedor, en el sofá, encima de unas malestas y también dentro de ellas. Ah, y el pañuelo que está encima de la lámpara rota enganchada en el atril. Se me olvidaba.

No hay comentarios: