jueves, 29 de agosto de 2024

El impostor

Lo he descubierto. Me ha costado bastante tiempo, pero siempre se les acaba descubriendo. Hay muchos, están por todas partes, pero, el principal, lo llevamos dentro. Quiero ser escritor, de hecho, lo soy, pero soy un escritor que no escribe, y yo quería ser un escritor que escribiera mucho, muchas novelas, muchas historias, muchos cuentos. Pero me paso el día procrastinando, y digo el día por no decir la vida, porque si digo la vida me avergüenza un poco. Y digo que hoy he descubierto al impostor porque tengo varios proyectos que no fructifican. He necesitado generar proyectos compartidos para comenzar a escribir y, pensando en mis actos, me preguntaba por qué. Y he comenzado a recordar. Cuando vivían mis padres y les cuidaba en sus últimos años de vida. Yo les cocinaba, mi madre me enseñó y aprendí para ella. Mi madre terminó diciéndome que cocinaba mejor que ella, que la había superado. Pero al morir ellos ya no cocinaba para mí solo de la misma manera. No ponía tanto interés, no variaba tanto los platos, me volví más rutinario, cómodo, vago. Y ahí asomó la cabeza el impostor, pero yo no quise verlo. Ahora, con los proyectos compartidos, puede que algunos no lleguen a buen puerto, o a lo mejor ninguno, pero me percato de que siempre necesito el impulso de alguien, que no me basta mi propio impulso y que este solo surge para que lo vea el resto, por eso soy un impostor, porque hago las cosas para que las vean los demás, para que las disfruten, para que me digan, que bien te ha salido este plato, la comida, para que me halaguen, como si eso me hiciera falta o fuera mi vida. Así que voy a escribir mucho, pondré todo mi empeño en ello, disfrutaré escribiendo, muchos libros, muchas historias, muchos cuentos. Y los iré acumulando en el trastero, todos esos libros, mis proyectos. Y la única alabanza que quiero es la mía, ahora que el impostor ha muerto.

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