sábado, 3 de agosto de 2024

La imaginación derramada

Era una tarde de verano tranquila, parecía que a nadie le importaba nada. La gente caminaba sin prisa y, pasaban tan pocos coches, que unos niños jugaban a la pelota en la calzada. En un balcón una mujer regaba las plantas y un hombre regaba a la mujer. Un perro ladraba y otro violaba a un peluche sonriente y estático. Unas niñas saltaban a la cuerda en la plaza engalanada de verbena veraniega mientras cantaban: cuánto tiempo viviré, soy pequeña y no lo sé. Dejé de mirar por la ventana y comencé a pensar en ti, imaginando tu llegada, que a la puerta llamabas y, al abrir, en el rellano te desnudabas. Me miraste sorprendido, no hay tiempo que perder, dijiste, tu imaginación se derrama. Y así fue. La realidad se lleno de mi imaginación derramada. Todo lo que pensaba ocurría, y haciendo el amor estábamos como si aquí no pasara nada. Tú a miles de kilómetros pero también en mi cama donde mi imaginación se derramaba. Nuestros cuerpos entrelazados, tú en otro continente y, sin embargo, a mi lado. Y yo derramando en la realidad toda la imaginación contenida, transformada en alegría, en pura realidad condimentada por mis más profundas fantasías.

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