sábado, 31 de agosto de 2024

Catapultado a un misterio

Paseando pasé por delante de un cajero automático, de los antiguos, que aún tienen puerta de cristal y te puedes cerrar por dentro, de esos en donde duermen los vagabundos y los sin techo. Algo me llamó la atención. Me acerqué un poco. Una pequeña luz brillaba, como el foco de una linterna, había un punto de luz que me atraía. Cuando estaba al lado del cristal vi un rostro, había un indigente sonriéndome, con una camiseta raída, sin pantalones y con los calzoncillos cagados. Me hizo como unas reverencias sin dejar de sonreír. No sé por qué lo hice, pero entré en el cajero. Me saludó amablemente. Tecleó algo en el teclado del cajero, como si intentara sacar dinero pero sin haber introducido ninguna tarjeta. Daba la sensación de estar loco. Pero el cajero se abrió de par en par, como la puerta de una nave espacial. Entramos. Me dió la mano. Le pregunté quién era y me dijo, tú ya lo sabes, soy ese en quien estás pensando. He tomado esta forma para que no me terminen matando mis futuros adoradores. Seguimos caminando. Era como un paseo interior. Siguió hablando. No busques sentido a lo que te está ocurriendo, ni siquiera busques la verdad, sólo siente el amor, siente la vibración en tu interior y déjate guiar por ella. Quedé fascinado. Sin buscar sentido ni verdad aparecieron a mi lado. El amor estaba dentro de mí completamente iluminado. Estaba en la calle, mirando hacia un cajero automático. No sabía qué hacía allí ni cómo había llegado. Había un vagabundo durmiendo en el interior. Su cara me era familiar. Estaba durmiendo. Al acercarme abrio los ojos, sonrió, levantó el pulgar de una de sus manos y me guiñó el ojo. No sabía qué estaba pasando, pero me gustaba.

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