Toda una vida

Ha sido una búsqueda constante. Primero buscando de quién aprender que no fueran los padres y, muchas veces, es el primer error, pero todas las búsquedas están plagados de ellos. Luego creyendo saberlo todo y embadurnándome de impertinencia y soberbia. La caída fue grande. Visité los infiernos. La muerte no ocurre sólo una vez, yo ya he muerto varias veces. Pero poco a poco, me fui recomponiendo. Hubo una transfiguración y una transformación completa, tanto interna como externa. Y por fin, me fui descubriendo con la escritura. Imaginaba y escribía y también escribía mi vida, esa búsqueda que se transformó en hallazgo, fue como encontrar un amigo que te llena el corazón. La escritura estaba cerca cuando llegó el dolor y también la soledad. Al principio la soledad no fue bien recibida, pero, más tarde, empecé a comprender y se hizo una de mis mejores amigas. Me acompaña siempre cuando escribo, cuando hablo con mis muertos, cuando sueño con los vivos, cuando el mundo me rechaza y mi paisaje es el ombligo. La soledad nunca me abandona en los malos momentos y, cuando caigo derrotado, es la primera que me dice que hay otra oportunidad, que la vida puede ser un mojón a veces, pero la maravilla está a la vuelta de la esquina o en el interior de mi corazón.