jueves, 9 de octubre de 2008

Habitáculo de vida

Conjunto de habitaciones donde poder hacer algo con lo que disfruto en esta vida durante más de cinco minutos seguidos o interrumpido única y exclusivamente por mi perro. Espacio donde mi ordenado caos sea mi paisaje, donde mi ritmo cardiaco pueda aposentarse y estabilizarse, sólo por variar, para ver cómo es, nada más. Parte especial del mundo donde converso hasta con las plantas. Querido habitáculo de vida te necesito, sigo teniendo la esperanza de encontrarte algún día, pero me gustaría encontrarte en esta vida.

domingo, 5 de octubre de 2008

Dragón desesperado

En una nube de rosas vivía flotando, haciendo rimas amorosas cuando apareció el dragón desesperado. Otras veces me había enfrentado a él, pero en diferentes formas. Porque el dragón puede estar en cualquiera, igual que el amor, sólo hay que frotar las dos piedras que harán que surja la chispa del comienzo de todo, dependiendo de qué piedras se hayan elegido. Pero el dragón no sabe que yo tengo las dos piedras mágicas del San Jorge que hay en mí y que, sus palabras, sus insultos, escupidos con alta dosis de rabia, serán la chispa de mi principio y su fin, que, aunque nunca las haya frotado, hoy ha llegado el día, y no habrá nadie que me hunda con su pedantería, con sus malas artes en la vida, con sus mentiras.
Llegó el dragón y, tras unos abrazos, empezó su sermón, su puesta en escena, su conversación, supuestamente aleccionadora, le puso nervioso y, ahora, ataca con más violencia, gestos duros, manos que acechan, arrebato repentino, empujones, un ataque vigoroso, en apariencia, pero sin intensidad ni fuerza, a fogonazos desesperados, las últimas convulsiones de un ser perdido en su propia mentira, vividor de un mundo irreal que, más que fantástico, resulta ser bastante dramático.
Este texto es para ti dragón, que no dejas de ser mi hermano.