Cuando no te digo

Cuando no te digo lo que pienso es porque puedes leer mi pensamiento. Cuando no te digo una sola palabra es porque tu silencio me habla, dialogo con tu mirada, una caricia tuya, un beso, me dice más que una parrafada. Cuando no te digo nada es porque te siento todo. Cada uno de tus pelos me habla, cada poro mío te contesta; nuestras manos, nuestros cuerpos, no paran de hablarse. Quiero ir más allá de las palabras. Mi amor es tan intenso que hasta en el pensamiento puedo tocarte. Los besos imaginados por mis labios han sido besados. Cuando no te digo es porque te siento a cada instante. Tu espíritu me ronda, tu alma se funde con la mía y a tu cuerpo lo sueño cada día. Para este amor no hay distancias y, a veces, ni siquiera hacen falta palabras, para este amor sólo hay alegría. Cuando no te digo te quiero es porque lo sabe el mundo entero y tú, el primero. Vuelo hacia ti, soy el aire, soy el humo, soy la estela de tus pasos, soy tu futuro.

Sofoco

Estoy en casa escribiendo y escuchando música, como casi todas las tardes últimamente. Nos vamos acercando al otoño pero parece que ha vuelto cierto calor, el veranillo de san Miguel le llaman. Ni con la ventana abierta me siento a gusto. Empiezo a sentir cierto sofoco. Estoy desnudo, sentado, aunque con la sensación de haber estado corriendo. Se empiezan a pegar los brazos al torso y noto cierta humedad en los sobacos. Decido levantarme, subir la persiana y asomarme por la ventana en busca de cierta brisa apaciguadora que reviva mi ánimo. Inclino mi cuerpo y apoyo los brazos en la ventana para que los sobacos se aireen. Una ligera brisa se acerca y comienzo a revivir. La brisa se transforma en viento, sonrío, pero mi cuerpo empieza a zarandearse sin explicación. Mis pies no tocan el suelo, el viento me está elevando, me agarro a la ventana pero el viento sopla cada vez más fuerte. Mi cuerpo está fuera de la casa y ya sólo estoy agarrado con una mano al marco de la ventana. Mis dedos no pueden ante tanta presión y me suelto. Salgo disparado. Estoy volando, sin rumbo, ascendiendo, atravieso una nube. Otro hombre en mi misma situación su cruza conmigo y me mira horrorizado; luego se me cruza otro sonriendo y me saluda. Me dejo llevar. Si no puedo controlar la situación por lo menos voy a disfrutarla todo lo que pueda. Cada vez veo a más gente. De repente un conocido y pienso en como me gustaría encontrarme contigo. Sigo volando. Creo reconocer tu rostro. Me acerco como puedo. Sí, eres tú. Te rozo con los dedos. Te agarro, me abrazo a ti. Volamos juntos. Creamos un beso. Estoy excitado, caliente, en medio de este sofoco.

Todo es comenzar

Estaba escribiendo sin tener muy claro sobre qué. Se me habían ocurrido un par de líneas que prometían bastante pero, como si estuviera en un autobús público y se nos acabara de cruzar un coche, di un frenazo, solté el bolígrafo y salí a ver qué había pasado. Varios pasajeros salieron conmigo. Habíamos tenido mucha suerte, dijo un joven. La verdad es que el coche y el autobús habían quedado completamente pegados. Creo que no, dijo el mismo joven. Saco un papel de fumar de su bolsillo y lo deslizo entre el autobús y el coche. Con mucho cuidado, lentamente. Los pasajeros que habíamos bajado estábamos todos pendientes del joven. Estuvo poco más de un minuto pasando el papel de fumar. Cuando terminó varios pasajeros aplaudieron. Ahora inténtalo con dos, dijo otro pasajero. No sé si funcionará, dijo el joven. No funcionó. Uno de los papeles quedó destrozado. Déjame a mí, dijo otro, soy científico. Tampoco funcionó. ¿Qué probabilidad había de que quedaran los dos vehículos a una distancia de un papel de fumar? Una entre un millón, dijo una mujer. ¿Y eso por qué, por qué no una entre diez millones o entre dieciocho, y por qué millones? Comenzaron a discutir. El científico hacía garabatos en unos papeles de fumar que le había prestado el joven. Parecían fórmulas que no entendía nadie de los allí presentes. La mujer se empeñaba en decir que siempre se había dicho una entre un millón y eso no iba a cambiar nunca, y menos ahora que era el momento idóneo de decirlo. El científico siguió escribiendo. El joven se quedó sin papeles. Los pasajeros comenzaron a subir al autobús. La mujer del millón decidió irse andando. El discutidor la acompañó, voy en esa dirección, le dijo. Y siguieron discutiendo. Subí al autobús. Me senté. Tenía un bolígrafo en la mano. Miré a mi alrededor; no había nadie, estaba en casa, solo, escribiendo sobre un autobús inexistente. Nada parecía tener sentido, pero el sinsentido ocupaba ya medio folio. Todo es comenzar.

Cada vez

Cada vez que me desnudo pienso que soy tú. Me quito la ropa despacio, acariciándome la piel mientras la ropa se desliza y me desprendo de ella. Si lo hago delante de un espejo veo tu cara reflejada en él, y mi cuerpo es tu cuerpo. Te quito la camisa con dulzura. Descubro primero un hombro. Tu pezón alegra mi vista y enseguida tengo ganas de ver el otro. Tu camisa se desvanece y florece la desnudez de tu torso. Tu ombligo risueño se cruza con mis ojos. Huelo todas tus esencias y todas me enamoran. Desabrocho tu cinturón, hago lo mismo con el pantalón, bajo la cremallera y empujo con mis manos hacia abajo. Las perneras caen solas a la carrera haciéndose un rebullo a tus pies. Te ayudo a quitártelo, liberando a tus pies de la opresión de la ropa. Te quito los calcetines y beso tus pies para que no se enfríen. Te miro sonriendo, eres el cuerpo más lindo, el cuerpo de mis caricias y mis besos, la alegría de mis ojos y la flor de mi deseo, la maravilla amada. Deslizo mis manos por tu espalda y voy bajando hacia tus nalgas, con ternura busco tu total desnudez y, poco a poco, bajo tus calzoncillos. Tu sexo asoma. Tus curvas ocultas me saludan y te abrazo. Cada vez que me desnudo te estoy amando en otro mundo.

En contacto

Sueño con tu cuerpo a diario, con nuestra unión, la imagino, pero todo esto solo ha tenido lugar en mi mente. Sin embargo, estoy en contacto con tu espíritu, lo percibo. Conozco tu estado de ánimo viéndote en una foto, aunque intentes fingir, puedo averiguar todo lo que te ocurre porque las posibilidades del espíritu son infinitas. Mi cerebro cree haber imaginado todo tu cuerpo pero la relidad es que mi espíritu, entrelazado al tuyo, se lo ha aprendido de memoria. Mi aliento se ha deslizado por cada uno de tus poros, plantando la semilla de futuros besos. Las caricias imaginadas son ahora hadas que volando van a tu encuentro, capturándote en los sueños, acelerando tu respiración, haciéndote gemir, provocándote millones de orgasmos, calentando tu cuerpo, electrificando tus pelos, erizando tus pezones que mi espíritu lame cuando sale a tu encuentro. Sigues durmiendo, disfrutando del placer en el sueño, viviéndome, nombrándome en cada uno de tus gemidos. Despiertas ardiendo y sonriendo y conmigo tumbado en tu pensamiento. Mis sábanas huelen a tu desnudez y tus labios contienen mi aliento.

Errores

A veces pienso, hasta hace poco era muy a menudo, cuántos errores he cometido. Pero nunca pensaba en cuántos errores he corregido hasta que un día, me encontré con una amiga que no veía desde hace mucho tiempo. Son esas personas las que ven enseguida nuestros cambios y me dijo que, en ciertos aspectos, no me reconocía, que me encontraba fantástico, que los cambios que veía en mí me habían mejorado. La verdad es que me alegró bastante el día. Es bonito que valoren tus esfuerzos, por eso yo intento hacer lo mismo con mis amigos. Ahora, a veces, pienso en mi yo del pasado, en lo que ha cambiado con mi yo actual. He corregido muchos errores, pero sigo teniendo o cometiendo muchos. Pero esa es la forma de aprender. Es curioso porque hay situaciones en la vida diaria en las que a veces no me reconzco. Ya no soy tan impulsivo, recapacito más, evito el enfrentamiento absurdo, todas esas pequeñas cosas que antes respondía de otra manera, de manera errónea. Y es en esas situaciones en las que no me reconozco cuando sonrío porque me alegro de mi pequeño triunfo. La gente me mira sorprendida, ciertas sonrisas no se entienden y, en esos segundos de incomprensión, pienso en cómo hubiera actuado antes y cómo lo hago ahora, y el error diluido se transforma en sonrisa que destensa el ambiente. No sé si alguien me comprende pero todo comienza a fluir, de qué te ríes, no, nada, estaba pensando en otra cosa, digo, disculpa.

La riqueza

Nos convencen desde pequeños de que la riqueza se encuentra en el dinero y en las posesiones y no es cierto. Uno mira las caras de la gente multimillonaria, sus gestos, y no son felices. Y aún diré más, tampoco son ricos. Sin embargo, ves a gente pobre sonriendo constantemente, disfrutando del día a día, de lo que tiene a su alcance, de lo que hacen. Para mí la riqueza está en los amigos. Si tienes amigos que te quieren, si amas a tus amigos, disfrutas con ellos, de su compañía, de sus alegrías, eso es la verdadera riqueza. Hacer las cosas de la vida con amor. Disfrutando de una buena lectura, de un buen libro, donde los personajes y el autor son nuestros amigos, pues compartimos la vida juntos y la disfrutamos. La riqueza es no tener prisa, realizar actividades que nos gustan, en mi caso, leer, escribir, escuchar música, hacer la comida, pasear. Cultivar estas actividades como si fueran el amor de nuestra vida, escribiendo como una caricia, haciendo la comida a besos, abrazando la música mientras bailamos en soledad, coleccionando sonrisas y carcajadas. La riqueza está en amar lo que haces, amar a tus amigos, amarte a ti mismo y la vida. Una vida sencilla llena de pequeñas alegrías.

Fragmentos de eternidad

Creo que eso es lo que somos y mi vida está compuesta de esos fragmentos, aunque no sólo de ellos. Los recuerdos que perduran en el tiempo son fragmentos de eternidad. Incluso las maravillosas ensoñaciones que tengo contigo, mi amor, los sueños vívidos donde estoy entre tus brazos sintiendo tus manos recorriendo mi piel, aunque no hayan ocurrido en realidad son ya fragmentos de eternidad porque el amor así lo ha decidido. Todo lo que imagino contigo se hace eterno porque todo eso está lleno de amor. Todas las cosas, antes de ser reales, son esperanzas, sueños, cosas absurdas e imposibles, que el empeño, la tenacidad, la voluntad y, sobre todo, el amor, consiguen volver en realidad. No sé si mis sueños acabarán siendo reales, pero mi amor sí es real, no le importan las distancias, ni los obstáculos ni las trabas. Ahora sé que podría amarte sin verte, sin oírte, pero también sé que jamás voy a dejar de quererte. Porque estás en muchos de mis fragmentos de eternidad. Tú y yo formamos el fragmento más bello, donde hay un beso que no termina, un contacto sin fin, un abrazo eterno por el que vivo y muero. Y en este fragmento yo soy tuyo todo entero.

Nunca se pierde

El amor nunca se pierde. Puedes perder un amor, pero tarde o temprano, aparecerá de otra forma. Mi perro murió hace unos meses y ya he visto su mirada en otros seres. Porque, como dice la canción, el amor está en el aire, lo seguimos respirando, nos lleva en volandas, los cuerpos mueren, pero el amor permanece. A veces oigo una tonadilla o una frase y recuerdo enseguida a mi madre. Con mi hermana son sonrisas, miradas, caras parecidas las que me la traen a la memoria. Yo mismo me descubro a veces cantando las canciones que cantaba mi madre para que durase más la alegría de la vida que la había visitado ese día. No, el amor nunca se pierde, flota en el ambiente, está en las plantas, en los árboles, en los animales, está al alcance de la mano, siempre dispuesto a que abras tu corazón, a que dejes que el mundo dibuje sonrisas en tu rostro, dispuesto a hacerte soñar lo más maravilloso y a hacer realidad parte de lo soñado. Mi amor se renueva a diario, crece, se expande, me alegra los instantes de soledad, me da serenidad. A veces me preguntan por qué hablo tanto del amor y siempre contesto lo mismo. ¿acaso hay alguna otra cosa que importe más?

La aventura de conocerme a través de ti

Cuando te vi comenzó mi transformación o tal vez deba decir la aventura. Uno cree que se transforma cuando tan solo se está conociendo. Primero me dio un vuelco el corazón. No había mariposas en el estómago pero sí chiribitas en los ojos. Cuando te veía un chisporroteo eléctrico recorría mi piel y sentía alegría. Todavía me sigue ocurriendo. Tu belleza, tanto exterior como interior, me seduce a diario. Gracias a ti he descubierto la importancia del amor. Me gustaría salir volando hacia ti, y lo hago con mi corazón y mi mente todos lo días, pero a través de ti he descubierto mi paciencia, la sabiduría de esperar el momento idóneo. Sé que mi amor crece a diario y nada ni nadie va poder apagarlo. La revolución del amor ha calado en mí, quiero un mundo mejor, te quiero a ti, quiero a mis amigos y el motor principal de mi vida es el amor. En esta aventura de conocimiento propio tú eres como un espejo mágico donde descubro todo lo maravilloso del mundo. No se me escapa ningún detalle y todos son importantes, por eso me fijo en todos tus movimientos, para descubrirme en ti. Y como te quiero en mí también me quiero en ti. Puedo verme a tu lado, disfrutando de tus sonrisas, generándolas y llenándolas de besos. La aventura acaba de comenzar.

¿Por qué el amor es tan importante?

Porque sin amor no hay límite para la crueldad. Sin amor no merece la pena vivir o, lo que quiera que tengas sin amor, no es vida, es otra cosa. El amor es importante y maravilloso porque genera vínculos entre los amigos que refuerzan la amistad. Utilizamos la palabra amigo con mucha ligereza, casi tanto como compañero. A veces los amigos se desvanecen con el tiempo y otras, sin embargo, hay amigos que no vemos durante años y, cuando los volvemos a ver, parece que fue ayer la última vez que los vimos. ¿Por qué? Porque a esos amigos los amamos. El amor te hace disfrutar de los logros de otras personas, anula la envidia. Cuando amas a otra persona es como si tuvieras una sucursal de felicidad. Si las personas que amas son felices, tú también lo eres. Si no ocurre asi, no los amas. Amando haces un mundo mejor. El amor es una revolución. La vida se vuelve intensa y fantástica, tu cuerpo rejuvenece, estás atento a los detalles más nimios porque todo se hace importante. La prisa desaparece, rozas la felicidad, el dolor se hace más llevadero, se comparte el conocimiento, las sonrisas, el placer, todo lo que pueda alegrar nuestras vidas. El amor es importante para entenderlo casi todo: qué hacemos aquí, cómo hemos de comportarnos y tantas y tantas cosas. Dormir con amor, hacer la comida con amor, hacer al amor con mucho amor, darle todo el sentido a la palabra amor y ejercerlo lo máximo posible. Por eso y por muchas cosas más el amor es tan importante.

La sabiduría de tus palabras

Tus versos son el espejo de mi alma. Camino sobre ellos como si fuera el filo de un cuchillo; funambulista del horizonte, me llaman. Nunca tuve medida, hasta que la adquirí con tus palabras. Todas las escribí yo, pero eran tuyas. Mueves mi mano con tu hermosura, llenas cada palabra de esencia pura y mi escritura es dulce sinfonía que, aposentada en mi piel, me sofoca de noche y me enfría de día. Tu amor es la turbulencia que me envuelve, que me mueve. No doy dos pasos sin sentirte. Son tus manos las que me desnudan y unas caricias tuyas aladas me hacen gemir hasta la madrugada. Poseído por ti paso los días sin darme cuenta de que tu amor está en el aire, tras esa puerta, en el agua y en la comida que me alimenta. Te respiro, te deseo, todo se mezcla, la brisa que recorre mi cuerpo son tus besos y el sol que me calienta, las yemas de tus dedos. En todas partes te veo porque en todas te siento. Acariciándolo todo me dirijo a tu encuentro. Te siento fuera y te siento dentro, cada latido susurra tu nombre y es tu sangre la que mi corazón bombea. Tu lengua en mi boca me dice te quiero y todas las noches mi cuerpo se baña en tu amor placentero.

La plaga

La mayoría de gente no quiere progresar, no quiere corregirse, quiere salirse con la suya. Hoy en día una persona con personalidad, que tiene cierta influencia en pequeños círculos, como en su trabajo o en el bar de la esquina, que tiene cierto estilo para reírse de los demás pero que no tolera que lo hagan con él, es como un niño mimado, dice tener argumentos pero solo son excusas, bromea con las cosas que importan al resto y pretende vender sus nimiedades con excesiva seriedad. Suelen conocerse como los bien considerados, pequeños líderes de grupúsculos ínfimos, con seguidores iletrados y lameculos, alardean de que no leen, no les hace falta, dicen, pues lo saben todo ya. La realidad es que se ahogan en un vaso de agua. Tuve un compañero de trabajo que decía tener follamigas, estaba casado, pero le ponía los cuernos a su mujer y alardeaba de ello. Como era de esperar, su mujer se enteró, y lo dejó. Su chulería grotesca se esfumó al instante. Lloraba casi todos los días en el trabajo, no entendía que le hubieran dejado a él. Le oías hablar y la culpable de todo parecía ser su mujer. Qué será de mi hija, decía. Si echas un vistazo alrededor hay infinidad de gente como él. Tienen dos características fijas o comunes: apariencia y prepotencia. No son malas personas, sólo ignorantes engreídos. Son los que tienen el mejor coche, solo compran gangas, follan más que nadie, mienten más que hablan. Saben tanto de la vida que, al mínimo problema, se hunden en la miseria. Cuando hablas solo con ellos son hasta razonables, pero si hay una tercera persona o más necesitan ser el centro de atención y demostrar su valía que para los demás es sólo ignorancia. Son una plaga.

Puede que... pero también

Puede que en un instante todo sea pasado, como dicen, pero también un rato a tu lado se hace eterno, incluso sólo imaginarlo. En cada uno de tus besos transcurre una vida, hay una fecundación, un acercamiento de tus labios a los míos, un pequeño roce cuando entran en contacto, es el nacimiento. Y el beso comienza a crecer. Tiene una infancia juguetona, pero enseguida se hace adulto, y conoce todos mis entresijos, todos los vericuetos que tienes que visitar en mi boca. Hay placer, hay dolor, hay mucho amor, todo mezclado en los sabores que se esparcen por nuestras lenguas. Hay saludos y despedidas; parece que el beso termina pero vuelve, sólo has cogido aire, y se reanuda el contacto, sigue el baile de nuestros labios, la comunión de nuestras lenguas, el mundo en un beso, toda una vida. Nuestras lenguas conociéndose, abrazándose, amándose , follándose, comunicándose. Puede que una caricia sea tan sólo un roce, pero también es el comienzo del gozo, el eslabón de una cadena interminable de caricias que te llevan al éxtasis entre mis brazos. Puede que nadie te haya acariciado así, pero también muy pronto sabrás de lo que estoy hablando o, a lo mejor, ya lo sabes, has soñado con ello, has sentido las yemas de mis dedos deslizándose suavemente sobre tu piel, despacio, como tocando un instrumento frágil, que requiere extrema delicadeza y dulzura. Voy buscando el sonido en tu cuerpo con mis yemas recorriéndote, se te escapa un gemido que hago mío, incido en la zona, sigues gimiendo, mis yemas han encontrado el sonido del amor en tu cuerpo. Puede que sean sólo palabras pero también las estoy sintiendo.

El conflicto

Vivo en uno constante. Buscando soluciones a pequeños problemas y, a la vez, desistiendo y dejando que la corriente se los lleve, los arregle o yo me olvide. El conflicto entre la resignación y la esperanza, pensar que todo puede arreglarse o resignarme creyendo que todo va a seguir igual. Es una lucha constante lo que hay en mi vida conflictiva. Buscando alternativas hasta que doblo la esquina y sólo encuentro capitulaciones. El conflicto de buscar el amor o dejar que me encuentre. El conflicto entre la pasividad de la vida rutinaria o la lucha de una vida llena de pequeñas revoluciones. Mi destino es el conflicto y, en este saco de dudas que crece a diario, busco la verdad, el amor, las soluciones, las risas, la amistad que me apoye, que me lleve en volandas, que me ame, te busco a ti. Mi vida es un conflicto porque la vida es un gran conflicto. Todos los días saltando obstáculos o evitándolos como mejor puedo, intentando mantener una sonrisa que, muchas veces, desaparece y, en su lugar, brotan una lágrimas de impotencia, de resignación, pero esas lágrimas son también el revulsivo porque limpian mi pequeño dolor, me insuflan el ánimo requerido, vuelvo a tener ganas de amar y, todo, todo esto ocurre en unos instantes y constantemente. El conclicto no para, como mi vida.

Te amaré como un perro

Sin condiciones. No pido que tú me ames, que me correspondas, porque amándote me realizo, es mi destino. Pero si tú también me amas seré feliz como un niño. Siempre estarás en mi pensamiento, viviré para ti y por ti. Te amaré como un perro porque así lo he decidido y porque creo que es la mejor manera de amar. Siempre pendiente de ti, de tus actos, de tu actitud, de tu ánimo, conociendo tu situación anímica nada más verte, al olerte, al sentirte. Recibiéndote con la mayor de las alegrías cada vez que te veo, como si hiciera años que no te veía aunque en realidad fueran minutos. Cobijándote y protegiéndote con mis abrazos y mis besos. Apaciguando tus nervios con mis caricias. Acercándome a ti, esperando en silencio tu respuesta, sin prisas, pero haciéndote saber que estoy ahí para cuando me necesites. Dándote el espacio para tu soledad pero sin pederte de vista, teniéndote siempre en mi pensamiento y en mi corazón. Disfrutaré de tu presencia y de tus alegrías como si fueran mías. Compartiré mi vida contigo porque te amo y ya nada podrá quitarte de mi corazón. Si hay alma, la mía está unida a la tuya, nuestros espíritus están entrelazados como nuestros cuerpos cuando hacemos el amor. Estés o no estés, te amaré siempre.

La soledad

Me maravilla. Puede ser algo horrible de lo que se quiere escapar, pero también es algo maravilloso que genera cierto tipo de atracción, o puede que, incluso, adicción. Cuando uno se encuentra cómodo solo cada vez tolera menos la compañía que no aporta nada. Podríamos decir que la soledad es una cuestion de actitud y que te enseña a disfrutar de la verdadera compañía. Hay personas que dicen que si no puedes estar solo tampoco puedes amar. El amor te pide respetar al otro, también su soledad. Por eso decimos que si quieres a alguien déjalo ir, pero también decimos lucha por lo que quieres; es todo un poco confuso. O tal vez no. La soledad ayuda a pensar, incita a la meditación, uno se da cuenta de qué quiere y con quién. Pero la soledad también enseña a no exigir, a no suplicar. La soledad es el principio de todo, y también el final. Con la soledad nos conocemos y, si no nos gusta lo que vemos, es el momento de cambiar. Pero sin simulaciones, sin actuaciones, un cambio real. Mi soledad me gusta. Leer, pensar, escribir, todo lo importante se hace sólo excepto amar. Por eso la mejor soledad es una soledad compartida.

La perfección del silencio

Empezamos a conocernos. El deseo llenaba nuestro ojos y nuestras manos no encontraban su sitio. Las ganas de saber uno del otro aceleraban nuestras conversaciones que, muchas veces, no tenían ni pies ni cabeza. Luego todo se iría calmando. Teníamos miedo de llegar a un punto muerto como a muchos otros les pasa. Las relaciones suelen ser una montaña, se alcanza un punto álgido y luego se va todo rodando a gran velocidad. Pero también son salvar escollos, y lo hicimos. Nunca se termina uno de conocer a sí mimsmo, como para conocer al otro. Pero hay dos ingredientes, casi mágicos, que ayudan bastante: la empatía y el amor. Y, a medida que va avanzando el tiempo, el amor sale de las palabras y se deposita en el silencio. Compartir tiempo en silencio, hablando sólo con besos, con el tacto, con la mirada, con la respiración pausada. La perfeccción del silencio reside en la forma que tiene de expresarlo todo a la persona amada. Un gesto, un parpadeo, el pequeño esbozo de una sonrisa que a cualquier otro pasaría desapercibida. Incluso sin verte puedo sentir tu presencia. Aunque estés a miles de kilómetros reconozco tu alegría y tu tristeza. La perfección del silencio me acompaña, se sentó hoy a mi mesa.

Diario de instantes

Guardo en mi memoria todos los maravillosos instantes soñados contigo para que, el día que nos encontremos, podamos vivirlos uno a uno, con todos nuestros sentidos, con nuestro amor más vivo que nunca. Tengo un diario de instantes contigo que me alegra la vida, me hace feliz y que, a pesar de la distancia, me hace sentirte a mi lado, amarte como si estuvieras entre mis brazos ahora mismo. Todos los días te sueño y a cada instante te imagino. En esta ensoñación que vivo tú estás a mi lado, siempre conmigo. Uno de mis instantes preferidos es verte comenzar una sonrisa. Son tus ojos siempre los que sonríen primero, aunque yo estoy convencido que es tu corazón. Otro de mis instantes es estar abrazado a ti y oír tu respiración mientras duermes con tu cara en mi pecho. Nuestros latidos se sincronizan, conversan entre ellos, cantan al unísono. Y no me canso de acumular instantes pues todos son maravillosos. Contemplamos el horizonte rozándonos los dedos, en silencio. Pasan varios minutos y, de repente, aparece un beso espontáneo, se ha ido creando en nuestra leve meditación, revoloteaba como una mariposa a nuestro alredor. Nuestros labios se hablan a roces, se cuentan una historia sin prisas, buscan su contacto y lo hacen eterno. Surge un abrazo y, mientras tu boca descansa, beso tu cuello. Tengo ya varios tomos de este diario que crece como la espuma de una ola y, ola tras ola, instante a instante, construyo el amor más interesante, el tuyo, el que que me acompañará toda la vida, mi vida de instantes.

La fuente del tenor

Otro día más parqueando. Encuentro una fuente con la estatua de un tenor famoso de Zaragoza en el centro. El sonido del agua me invita a sentarme en uno de los bancos que hay alrededor. Es un sonido relajante, pero a la vez te hace pensar. Empiezo a leer el libro de Antonio Moresco, 'La lucecita', aunque enseguida tengo que cerrarlo y ponerme a escribir. El entorno es ideal para ello. Una brisa fresca zarandearía mi melena si la tuviera. El chapotear de los chorros de la fuente me invita a la meditación. La estatua del tenor parece que va a despegar de un momento a otro, está a punto de alzar el vuelo o tal vez me está diciendo a mí que lo haga. Mis brazos empiezan a estar fresquitos, han adquirido la temperatura ideal para recibir un abrazo tuyo si estuvieses aquí, acurrucarme en tu pecho para recibir tu calor. La tarde se empieza a hacer noche y mi boca reclama tus besos. Esta noche podríamos haber hecho el amor si el mundo, nuestro mundo, fuera más pequeño. La estatua del tenor me guiña un ojo. Recojo mis bártulos y pienso en tu linda desnudez. Una sonrisa brota en mi rostro. La noche me envuelve con una lenta caricia.

Mi próximo viaje

Será vital. Quiero visitar la ciudad de tu cuerpo, conocer todos sus monumentos. Guiado por el tacto de mis labios recorreré todos los senderos de tus poros. Seguiré el ritual de ascender hasta tu rostro y estamparte un beso magnífico que generará dos sonrisas. Con calma visitaré tu pecho y acercaré mi oído para oír el repicar de tu corazón, conocer tu ritmo, tu folclore, tu cultura. Te observaré mientras te duchas, mientras duermes, cuando sonrías. Aprovecharé la noche para conocer tu desnudez, tus zonas festivas, tus bailes, tus cimbreos, tus locuras. Quiero viajar al meollo de ti, al centro de tu corazón, como si yo fuera Julio Verne, disfrutar de la aventura de tu amor, aprender de memoria tu respiración, empaparme de tus alegrías, de tu día a día y de tus noches, escribir un cuento con tus besos y una canción con tus risas. Mi próximo viaje es a ti, por ti y en ti. Y también es un viaje al amor contigo.

La rosaleda

Hay un espacio en el parque grande con diferentes tipos de rosas, ochenta clases diferentes. Me aposento en uno de los bancos de la rosaleda recién descubierta en mi paseo de media tarde. La gente pasa alrededor, andando y con coches de pedales, gritan como si estuvieran solos en el parque, con esa libertad mal entendida que dan los espacios abiertos, chillan porque sí, sin urgencia ni sentido alguno. Pero las rosas tienen un efecto calmante. Los oigo chillar, decir tonterías, pero no pierdo la concentración en la lectura. La rosaleda se anuncia como la vuelta al mundo en ochenta rosas. Parece que las diferentes clases de rosas te llevan en volandas del espacio que habitas, su aroma te mantiene en suspensión, como si salieras de tu cuerpo, sigues oyendo lo que hay alrededor pero te sientes en otra parte. No sé si pierdo el hilo de la lectura o me he zambullido completamente en ella. Un personaje adquiere tu rostro. Aparece entre los rosales, me sonríe, se sienta a mi lado, me besa. Sí, eres tú, amor. Estamos nadando en un párrafo que estoy pensando ahora mismo. Tu mano se cuela por debajo de mi camisa, tus caricias huelen a rosas, y tus besos me transportan a donde debería estar, a tu lado, entre tus brazos. La gente sigue gritando, pero solo oigo música. Un beso tuyo, maravilloso, me devuelve al banco de la rosaleda. Abro los ojos y hay una rosa rozando mis labios.

Explórame con tu deseo

Si estás dispuesto a la aventura peligrosa de conocerme, hay un vasto territorio que es mi cuerpo que espera la exploración de tu deseo. No sólo conocerás mi cuerpo sino el planeta de mi persona al completo. Porque explorándome con tu deseo descubrirás también mi ánimo y, con el tiempo, también el espíritu. Explórame con tu deseo y accede a mi pasión o créala de nuevo. Puedes moldearla con tus encantos y, con nuestro amor cooperante que compartimos, me descubrirás a mí mismo mi propio yo. Por eso deseo tu deseo, porque deseo tu exploración, deseo tu conocimiento que es el mío. Quiero perder el control entre tus brazos, caer rendido sobre tu pecho, soñar a tu lado, sentir las ráfagas deseantes de tu mirada, adorar tu silencio parlante, leer en tus manos con mi piel. Quiero que te asombres en mis zonas salvajes, que sonrías y me acaricies en mis zonas delicadas, que me arropes en tu regazo, que vistas mi cuerpo desnudo con tu piel caliente y susurres cosas bonitas en mis labios porque quiero oírlas con tus besos. Desnúdame con la vista y vísteme de abrazos, pon en acción tu deseo que ya lo estoy esperando.

La soledad es una tarde

En esta soledad maravillosa, donde luce un silencio íntimo, puede este amor apaciguado que contengo renacer en mis pensamientos que tú habitas. Pienso en todo lo que voy a decirte con mis dedos, una historia, un libro, una enciclopedia voy a escribir sobre tu piel con mis caricias, lentamente, conociéndote, conociéndonos, aprendiendo en esta contacto placentero lo mucho que te quiero, las diferentes formas de demostrártelo. Voy a decirte también muchas cosas importantes con mis besos, cada vez que mis labios rocen los tuyos podrás leer todos mis recuerdos. Quiero decirte también, fundidos en un abrazo, bailando, despacio, sintiendo las notas de un piano revolotear alrededor nuestro como pajarillos, que toda mi vida ha sido dedicada para vivir este momento. Voy a contarte con la mirada todas mis batallas, mis minúsculos triunfos y mis cuantiosas derrotas, y tú, con tu mirada poderosa, vas a reconstruir mi alma rota, con el calor de tu abrazo, con tu respiración a mi lado, insuflándome tu valor, tu amor, llenándome de tu cariño, haciendo de mí, de nuevo, un niño. Y tu sonrisa me incitará a la alegría. Nuestros corazones repicarán al unísono, juntos, unidos, seremos uno, un nuevo ser de amor con un doble corazón, en estéreo nuestra dicha, disfrutando del amor.

La revolución está en el aire

Respiro profundamente y cierto cosquilleo interno me subyuga y me deleita, me transporta por un oleaje de sentimientos invisibles flotantes y, sin moverme del sitio, acaricio a mis amigos queridos en diferentes partes del mundo. El amor atraviesa el espacio tiempo. Puedo notar su piel, sus pelos, entre mis dedos, oigo sus respiraciones aceleradas, la alegría del contacto, el amor compartido. Y no es un milagro, es sólo amor, un amor revolucionario, potente, un amor que flota en el aire y puede llegar a mucha gente. La revolución del amor tiene una fuerza descomunal, no se puede medir y, además, sus características rozan lo mágico porque todavía no poseemos una explicación racional para ellas. Este amor del que hablo no tiene distancias ni recorridos, surge del ombligo el universo, habita en multitud de versos, flota en el aire, se proyecta en las dulces miradas y en las tiernas sonrisas y es el generador de todas mis alegrías. Una vez lo percibes ya nada puede apartarte de él. Se expande, te arropa, te envuelve y todos mis sentimientos de amor forman esta revolución.

¿Es usted?

No es la primera vez que me ocurre. Te preguntan algo aparentemente simple, muy general, que puede interpretarse de muchas maneras y, por tanto, tener múltiples respuestas. ¿Es usted, eres tú? Quién soy yo para negarme. Puede que ahí radique la trampa, en hacerte indagar, en obligarte a mantener una conversación no deseada, casi siempre con alguien extraño y desconocido, en hacerte perder el tiempo, la vida. Hoy en día ocurre mucho en las redes. Pero yo hablo del directo, de las tres dimensiones. Llaman al timbre. Interrumpen mi lectura. Me levanto y abro la puerta. Una mujer mayor que asegura ser mi vecina de arriba, del 2º A, pero que nunca he visto. Parece amable. Es delgada y pequeña, y lleva una camisa colorida y juvenil, el pelo blanco recogido en una coleta informal, sin mucha tensión. ¿Es usted?, me dice, especifique un poco más, le contesto. Yo he hablado con usted alguna vez, pues no, es la primera vez que la veo. Y aquí ya comienza un interrogatorio. Cuánto tiempo llevo viviendo en el piso, como me llamo... Es que yo hablaba mucho con el anterior inquilino, a lo mejor se ha ido. No parece muy creíble, porque si hablabas mucho con él deberías recordar su cara, pienso. Le digo que no soy yo, bueno él, ese usted que ella utiliza y al que se refiere. A lo mejor se ha confundido de piso, le insinúo amablemente para que me deje tranquilo y pueda continuar con mi lectura, pero hace caso omiso. Entonces comienza una danza típica, no de apareamiento, sino de vecina cotilla. Su mirada intenta colarse entre mis piernas, por un lateral, intenta ver el interior del piso. Empieza a moverse de un lado a otro pero yo hago lo mismo, simulando un placaje baloncestístico. Ella acelera su baile, entonces entorno la puerta lo máximo posible y me mira de forma inquisitorial pero con una sonrisa. Vivo en el 2º A, me llamo Maricarmen, me repite. ¿Es usted? me dan ganas de preguntarle, pero me contengo. Que tenga un buen día Maricarmen.

Con el balanceo

Sin palabras, nos miramos mientras la música nos envuelve y nuestras sonrisas se crean a la vez. No es nuestra canción ni nuestra música pero algo en el ambiente nos incita al baile. Como a cámara lenta nos acercamos el uno al otro. Mis brazos te abarcan con dulzura y tus manos buscan en mi espalda la posición deseada, y antes de acoplar mi cabeza junto a la tuya mis labios rozan tu rostro, firmando un contrato de amor invisible y diario, libando tu magnífico sabor, la esencia de mi amor que penetra en mí al instante de su contacto. Con el balanceo adquirimos la cadencia establecida. Con el balanceo el ritmo se calienta. Beso tu cuello y desabrocho tu camisa y tú la mía. Caen al suelo. Con el balanceo nuestras pieles se eternizan en un roce placentero. Mis manos bajan por tu espalda, tu rostro apoyado en mi pecho, beso tu frente y sin darnos cuenta nuestros cuerpos desnudos, arropados por el balanceo, se comunican por todos y cada uno de sus poros. Es nuestro baile de todos los días y el mejor de nuestras vidas. Me miras con tu sonrisa, yo sonrío con la mirada, nuestras bocas se juntan y las lenguas danzan. Con el balanceo nuestro beso habla del deseo, las manos del amor, la danza del te quiero.

Porque soy así

Quiero ser la brisa que te ronda y te envuelve, arroparte con el ligero frescor de mi caricia, hacer bailar a tus pelos mientras tu piel se electrifica. Aspiras un poco de aire con las labios abiertos levemente pero con los dientes juntos, de manera que el aire silba ligeramente, parece el comienzo de un pequeño escalofrío, la introducción a un gemido natural que no sabes por donde ha venido, y piensas en mí. Tus pezones se ponen tiesos y yo, la brisa que te ronda, los envuelve como a un regalo, doy varias vueltas alrededor de ellos, he entrado por las mangas de tu ancha camisa y doy varias vueltas sobre esas maravillosas rotandas de tu pecho. Bajo a tu ombligo cuando tus pezones han dado su forma a tu camisa, como queriendo atravesarla, y salgo disparado hacia una nube. Miras al cielo, y la nube comienza a escanciar pequeñas gotas sobre tu rostro, porque soy así, era brisa y ahora soy gotas, y me deslizo por tu piel, a la carrera por tu cuerpo. Con mi nueva forma estoy en tu cabeza, me deslizo por tu rostro, paso por tu pecho y siento el ritmo de tu cuerpo, y su calor, y su confort, adquiero tu temperatura, paso muy cerca del ombligo y me dejo caer hacia el misterio que se esconde entre tus piernas. Llueve con fuerza y hay gotas en todo tu cuerpo. La nube se abre y un pequeño rayo de sol te ilumina. Soy yo otra vez y, porque soy así, voy secándote, con la luz y calor que da la vida. Te quitas la camisa y tu cuerpo caliente hace todas mis delicias.

Así es

Puedo verte a diario, y lo hago. Mi corazón se desborda siempre. A veces muestras el pecho y mi deseo no crece porque no puede crecer más, mi deseo se alegra, se empiezan a generar imaginaciones en mi interior, mis dedos vibran, empezando por las yemas, creo estar tocando lo que veo, la saliva acude a mi boca y pienso que tiene tu sabor. Gimo varias veces creyendo que paso la lengua por tu piel; tu sabor es fantástico porque así lo imagino y porque seguro que así es. Sigo viéndote, pero ahora mucho más excitado. Fijo mis ojos en tu sonrisa, y oh, es maravillosa. Me mojo los labios con la lengua lentamente, como si estuviera saboreando los tuyos. Luego mi lengua recorre la boca, buscándote, toca los dientes, las encías, el paladar y, mientras esto ocurre, mi imaginación ha hecho aparecer a tu lengua junto a la mía. Se entrelazan, juegan, simulan una danza magnífica, ahora despacio, más deprisa, hacia dentro, cojemos aire, jadeamos al unísono, entro en ti y te siento dentro. Ahora me fijo en tus pezones que son grandes y rosados, auque, a veces, pueden ser más oscuros y pequeños, y acerco mi lengua, los rechupeteo, me alimento de ti, y tu abres la boca, dices sí entre jadeos, gimes, cierras los ojos, sigo chupando como si me fuera la vida en ello y porque así es. Ahora observo tu ombligo, el centro del universo de mis ensoñaciones, me acerco y le estampo un beso. Mis manos se deslizan a tu entrepierna, acaricio tu sexo, tus nalgas, las lindas curvas de tu culo, subo por tu espalda, te abrazo como si fueras mi mundo y porque así es.

Fuerzas extrañas

Hay una lucha constante. Cuando toda parece ir bien o simplemente está tranquilo, rebosa calma dichosa en todas partes, pero están ahí, aparecen las fuerzas extrañas. Con forma de jefe nervioso, de persona con prisa, de intransigencia humana, de intolerancia explícita, de desconocido que recrimina, de mirada que apuñala, de carcajada lanzada como una piedra al centro de la herida. Tienen múltiples formas de apariencia pero son siempre las mismas. Hay que luchar, hay que acallarlas. Pueden estar en un comentario impertinente que no viene a cuento o en una interpretación errónea a un comentario intrascendente. Son fuerzas que van saltando de un bando a otro, que nos atraviesan, que nos rondan, que susurran al oído, haz esto o aquello, y nunca hay que escuchar, hay que luchar. Pero a veces la mejor lucha es una actitud pasiva, un silencio incómodo, una respuesta absurda como la vida misma. Buscan momentos de distensión, episodios relajados o desquiciados, están asomadas en todos los límites, acechando, esperando el momento propicio, las bajas defensas. Y la mejor defensa es una coraza flexible de amor supremo, una alucinación comedida o, tal vez, sólo dulce cachondeo, una caricia virtual con los dedos del misterio. Hay fuerzas extrañas que se diluyen ante el amor sincero.

La linterna

Dicen que a un corazón se entra con una pequeña linterna. Poco a poco vas recorriendo sus vericuetos, ves recuerdos, pasajes, sentimientos que desconocías y también familiares, y otras muchas cosas innombrables. La luz cada vez se va haciendo más grande. Es una luz de amor, la más magnífica porque casi nunca se funde. Mi linterna está recargada con el amor más intenso, pues lo alimento a diario y lo retroalimento. Cuando entro en un corazón apagado lo ilumino con cariño. Y, si tengo que marcharme un tiempo, siempre digo: mantén tu linterna encendida. Algún día nuestros haces de luces volverán a encontrarse y nuestros corazones se llenarán de colores inimaginables ya que sólo pueden verse en el interior de las personas, con las yemas de los dedos, con los labios en los besos, con los ojos cerrados y mi rostro en tu pecho, con nuestras pieles unidas y nuestros pelos mezclados. Mantén tu linterna encendida y nuestro amor nos dará vida.

Descubriendo el amor

Hay muchas formas de descubrir el amor: un flechazo, que va supurando cada vez más deprisa, hasta salir el amor a chorros; un amor que creías perdido, que alguna vez pensaste que nunca tuviste, que el tiempo y el trato fueron mermando, hasta que llegó la muerte. Hoy acabo de descubrir la segunda clase de amor. Un amor que pasó a segunda fila, el amor de una persona, un padre, alguien que reprimía constantemente el mostrar su amor al hijo que le cuidaba. Las personas que te cuidan cuando te haces viejo se pueden transformar en utensilios, a veces hasta el final de los días, a veces durante una temporada. El amor de alguien que te quiere pero no se atreve a decírtelo. El amor de alguien que quiere odiarte pero sabe que eres carne de su carne. A veces el amor llega tarde, muy tarde, cuando ya nadie puede darte explicaciones, cuando lo único que te queda es convertirlo en arte. Entonces , poco a poco, va apareciendo como por embrujo, el amor que no recibiste sale de debajo de las piedras, como un escorpión, y te pica en cada recuerdo transformado, comienzas a descubrir detalles que pasaron desapercibidos, sueñas con volver a ser niño y que todo cambie, y escribes, y descubres que ese amor anida en tu interior, que dormía, y ahora quiere mostrarse, necesita liberarse. Se generan imágenes vívidas que se plantan en tu cabeza, y los rezos ahora son juegos, y los castigos, meriendas. Dos lágrimas caen sobre mi sonrisa, ya nada me pesa.

La trampa

Me siento como en una trampa. Atrapado en una vida que no me corresponde, con el amor de mi vida a muchos kilómetros y más amigos a la misma distancia o parecida. Podría escapar, pero ni siquiera lo intento. ¿De qué sirve amar entonces? A veces me hago esa pregunta y he encontrado muchas respuestas. Amar no es útil, por lo menos no siempre, pero es necesario. Sin amor la vida pierde cualquier atisbo de sentido. El amor es la esencia de la vida, es el aire y el agua, lo demás es complementario. Nada sirve sin amor porque todo cansa sin él. Se pueden tener desengaños amorosos, pero no se puede dejar de amar. Es el latir de la vida auténtica. El amor hace sufrir, tarde o temprano, es evidente, pero es la esencia, y sin esencia no hay vida. Todos estos valores están entrelazados. Pienso en el amor materno. Mi madre me enseñó a amar, amaba a mi madre, pero ella murió, así que sufrí, pero también pude comprobar la veracidad de sus enseñanzas, porque, a pesar de la muerte, el amor perduraba, seguía en mi mente, y en mi corazón, al igual que todas las personas a las que he amado. La trampa es, por tanto, que el amor es indispensable para tener una vida plena, en realidad, el único requisito.

Deshabitado

Llevo un tiempo deshabitado. No recuerdo la vida compartida, a excepción de mi perro. La soledad me ha hechizado, me arropa con sus lecturas y sus músicas, me anima con mis pensamientos y mis escritos. Formamos un buen equipo. Y a pesar del amor que siento, deshabitado me encuentro. Aunque mi corazón está lleno de amigos del mundo entero, y en mi memoria conviven los recuerdos más amenos e intensos, mi cuerpo está deshabitado, soñando caricias en la isla desierta de mi cama, soy un náufrago que recoge conchas por la playa de mis sábanas, y todas tienen la forma de tus besos fosilizados. Llevo un tiempo deshabitado y hasta mi espíritu tiene sus devaneos y revolotea las imaginaciones que me invento. Solo y repleto, puede que todo el universo sea superfluo menos el amor que siento.

La voz interior

Una voz interior ha venido a visitarme. Suena a deseo de cambio, a revolución en ciernes, a respuesta para todas aquellas personas que no escuchan cuando les hablas y, muchas veces, nos podemos incluir nosotros mismos. Esa voz interior me conmina a dar un paso, a avanzar en esta vida de lucha y amor, a elevarme por encima de la banalidad y la intolerancia, a conseguir que mi espíritu vuelva a refulgir. Algo crece dentro de mí, el amor se expande en mi universo, va calando en las palabras, surfeando entre las líneas, acostándose en mis versos. Una vida mejor es posible a pesar de todas las trabas diarias. Me zambullo en mis lecturas, aprendo con ellas, medito y me alimento. Bullen en mi interior y generan esta voz que en volandas me lleva a una revolución de amor. Quiero contárselo a todo el mundo con mi mirada, revelar el magnífico secreto con cada caricia dada, que se puedan oír mis besos incluso en la distancia. El amor que surge desde mis entrañas gratifica mi alma, no soy yo quien lo genera sino todo lo que amo. Una voz interior me lo ha susurrado.