domingo, 26 de junio de 2011

¿Acaso nuestros sentimientos desaparecen y se pierden así, sin más, de un modo tan frustrante, cuando muere nuestro cuerpo?

Esta pregunta que se hace el escritor japonés Haruki Murakami en su libro De qué hablo cuando hablo de correr, me hizo frenar en seco su lectura y, durante todo el día, me la fui repitiendo y buscando respuestas. Primero pensé que sí, que los sentimientos desaparecían con la muerte del cuerpo, y estaba casi convencido hasta que me acordé de mi madre. Hace poco más de un año que murió y, cada vez que pienso en ella, no se trata sólo de recuerdos, sino que mi estado de ánimo cambia. El recuerdo de sus palabras viene a mí de la misma forma que venían sus consejos y en el momento preciso, justo cuando lo necesito. No siento sus caricias físicas pero sigo sintiendo las caricias. Tal vez los sentimientos no tengan la misma intensidad, o mejor dicho, no posean la cualidad palpable de los actos físicos de un cuerpo vivo, pero, lo que sí es evidente, es que puedo sentirlos. Tal vez el amor de mi madre, sus sentimientos hacia mí, siguen flotando en el aire a mi alrededor, transmitiéndose, tal vez, a través de otras personas, como me ha ocurrido últimamente. SI todo se transforma ¿por qué no también los sentimientos? El sentimiento de amor de mi madre hacia mí ha vuelto a través de varias amistades. No voy a considerar este hecho como un milagro, sino más bien como una prueba científica, como un ejemplo, como respuesta de que los sentimientos no terminan después de la muerte. Querido señor Murakami, los sentimientos, por lo menos el del amor, permanecerá después de la muerte de nuestros cuerpos. Neomaño dixit.

jueves, 23 de junio de 2011

La contrariedad del círculo

Nacemos y un día un hombre de uniforme nos dice muy amablemente: por favor, circule. Y avanzamos en nuestra historia vital en busca de logros, proezas, sueños e ilusiones. Y detrás nuestro se encuentran las cosas y gentes de las que huimos; el pasado, una parte por lo menos, que queremos perder de vista. De pronto, el destino, la edad, un hombre que 'tuit' en un ordenador o con un matasuegras, nos inoculan la prisa con frases de tan profundo calado como la vida son cuatro días, así nunca vas a llegar a nada, y comenzamos a correr. Seguimos circulando pero a mayor velocidad. Ahora huimos de los sueños y vamos detrás de lo siempre habíamos huido: se trata de la contrariedad del círculo.
¿Qué hacer entonces? ¿Imitar a la cabra y dar saltitos? ¿Volver al triángulo religioso con ojo que todo lo ve? ¿Acudir al trapecio para innovar? ¿Dar saltos trapezoidales en un octógono con un ojo que no ve nada?
Es curioso como la contrariedad del círculo puede dejarnos a cuadros. Y enmarco mis pies en un cuadro digital haciendo un click fenomenal. Agarro la foto de mis pies rayados y salto del círculo como la cabra que soy fuera de la contrariedad y en busca de un igual.

ES INÚTIL TODA POLÉMICA SI NO HAY ESPERANZA DE QUE RESULTE PROVECHOSA. Juan Luis VIVES
mis pies rayados

martes, 21 de junio de 2011

Política de cambio

Cambio el nombre para hacer lo mismo. Ya no hay guerras, sólo invasiones. Ya no hay invasiones, sólo implantaciones de democracia. Yo soy bueno y mato malos, que con la política de cambios se transforma en estar legitimado para eliminar. El que piensa diferente a mí es malo. ¿Dictadura demócrata o democracia dictatorial? Da lo mismo, el caso es que suene fenomenal. Te ponemos la soga al cuello por tu bien. No importa cual de los dos partidos mayoritarios salga: la política es la misma. ¿O es putilítica? El dinero manda, los bancos dominan. Antaño decían que las máquinas dominarían el mundo, pero se equivocaron. Son entes hechos de papel moneda, curiosamente creados por nosotros mismos para hacernos las cosas más fáciles, los que succionan nuestra vida aniquilando nuestro pensamiento, abortando sentimientos, generando una nueva especie de no-personas. Y yo, que suelo ir contra corriente, ahora que estoy empapado de amor y dispuesto a darme y a compartirlo con todo bicho viviente, cuando intento amar o entablar amistad, me preguntan que cuánto, refiriéndose al dinero, y yo contesto que se equivocan, que esto es amor y no politiqueo.