lunes, 30 de noviembre de 2020

Soy el amor

Sí, soy el amor que genero hacia ti porque soy lo que siento. También soy el deseo de tu cuerpo y de tu compañía. Soy el hacedor de las caricias que mi mente ya te ha dado, de las caricias futuras que te daré. Pero también soy la angustia de no tenerte aún entre mis brazos, el dolor de no poder besarte debido a la distancia. Soy el amor que no te alcanza, el amor que te sueña y se despierta abrazado a la almohada. Soy también la distancia, pues la siento gigante, un abismo que pisa mi deseo acuciante. Soy el analgésico hecho palabras, soy la trampa de la frase bonita, soy el adjetivo que me delata. Soy un futuro inmenso pero también soy una rata. Y me arrastro por esta cloaca de rutina, que padezco y vivo, que me adormila, que me hace sentir estancado, perdido en un pasado donde ya no está mi vida. Soy la alegría de haberte encontrado, la duda de no saber si tu querrás estar a mi lado, la impotencia de no saber si mi amor será recompensado. Soy la muerte que me espera pero también soy la meta, soy el logro de haberte amado, de quererte, de soñarte, de desearte a mi lado.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

La gran obra

Una gran obra estoy escribiendo en el aire. Todo lo que estoy pensando me parece magnífico pero se entremezcla con los pedos de mi perro. Me mareo. Sucumbo ante eso olor nauseabundo producto de las entrañas del cánido. No he perdido el hilo, he perdido el sentido, 'el sentío' como me canta al oído un duende aflamencado con su zapateado cósmico que de repente ha parado. La gran obra se ha volatilizado, tal vez contagiada por el pedo, y seguirá flotando por la atmósfera y también, una pequeña parte, dentro de mí. ¿Cuántas maravillas habrá en el aire? La inspiración misma debe estar allí, titubeante, con miedo a salir, esperando su momento, atada a un pedo de perro o de cabra de montaña, disfrutando o padeciendo o las dos cosas a la vez. Y en esta brisa que imagino puedo leer el destino de esta gran obra que en el aire encontró el camino para perderse, para diluirse, para enriquecerse de mil y una maneras, para relacionarse con los millones de obras perdidas, solo pensadas pero no escritas. Una gran obra estoy escribiendo en el aire y se resite a que el papel la alcance.

martes, 10 de noviembre de 2020

Lo mejor de 2020

En un año pandémico, de confinamientos y noticias falsas, de virus y miedos, de tantas catástrofes globales aglomeradas, esta tarde me he parado a pensar qué hay de bueno, porque siempre hay algo, igual que siempre hay algo malo en lo bueno. Y lo bueno de 2020 eres tú. El protagonista de mi noche, el sueño de mi día, mi esperanza y mi alegría. Eres todas las cosas que siempre he querido: un sueño, un amante, un amigo. Pienso llevar la infinitud de tu alma con la eternidad de mi amor y buscar en tus silencios los conciertos del corazón. Eres mi Ángel, sí, con mayúscula, mi tesoro vivo, el estribillo que me repito cuando me contemplo el ombligo. Y no me canso de estar contigo. Porque pensar en ti ya es estar contigo, soñar contigo es estar contigo. Lo mejor de este año es que ya nunca más podré estar solo porque estás en mí, compartimos existencia, somos un nuevo milagro de la ciencia, derribando distancias con la mirada, acariciándonos con el alma, pero también con cada gesto. Cuando sonrío siento tus labios y, cuando camino, ocupo el doble de espacio. Y si me ducho, enjabono tu cuerpo, y si descanso, percibo tu silencio, y vuelve ese estribillo que me repito y que me canta que siempre estaré contigo.