jueves, 10 de junio de 2010

La creación de un nuevo yo

Requiere su tiempo. Mi nuevo yo tiene perro, y esta vez no es imaginario, lo muerde todo, es mi sombra, me sigue a todas partes, me quiere, pero volvamos al yo por hacer. Una vez descartado todo lo que no nos gustaba de nosotros, tenemos que buscar los nuevos gustos del yo, su nueva forma de actuar, su nueva moral, sus nuevos intereses. Uno de ellos es la flauta travesera. Estoy a punto de entrar en el conservatorio, el lunes que viene tengo las pruebas de acceso. Mi nuevo yo será músico y tendrá perro. ¿Pero que más quiero yo para mi nuevo yo? Un amor, alguien con quien compartir la vida de una forma íntima, alguien a quien tocar la flauta, alguien con quien pasear el perro, alguien que me quiera tanto como mi perro y me lo diga con palabras y caricias. También quiero para mi nuevo yo más tiempo, tal vez más dinero, aunque no es indispensable será bienvenido, más viajes, más felicidad para mi nuevo yo. Así que a partir de ahora yo voy a ser otro: mi otro yo.