domingo, 22 de abril de 2012

El desierto y el amor

La soledad es un desierto que te paraliza. El calor es tan espeso que golpea tu cara. El sudor arde en tus mejillas. Sólo piensas en lo que has perdido. Tu indecisión te martiriza. Agachas la cabeza y ves, debajo de una de las patas de la mesa, un libro. Está lleno de polvo, seco, casi forma parte de la mesa, está pegado a la pata, tiras con fuerza, se separan, pero la forma de la pata ha dejado una cicatriz en la portada. Lo abres. Lees. Es la historia de un niño que quiere volver con su madre, pero un desierto les separa. El niño comienza a llorar. Es tan grande el dolor que las lágrimas se acrecientan, se transforman en chorros y, más tarde, en torrentes. Una luz brota de su corazón, quiere sonreír pero sigue llorando. Las lágrimas ya le llegan por las rodillas. Un mar de lágrimas. Comienza a nadar. Nada y sigue llorando. Sus brazos y la fuerza de su llanto le impulsan hacia su destino. Sonríe y, sin dejar de llorar, chilla: ¡Mamá! Se oye una voz a lo lejos, aquí estoy mi niño, sigue nadando, aquí estoy esperando. La soledad era un desierto que el amor ha inundado. Mi corazón ahora sonríe, está lleno de amor, y aunque el mundo es inmenso ahora estás a mi lado. Dejo el libro, acaricio tus mejillas, te doy un beso, las distancias se achican, el espacio se acorta, y aquí yacemos pegados, como la mesa y el libro, juntos, unidos, entrelazados. El amor es un milagro y, porque te quiero, ahora estás a mi lado.

viernes, 20 de abril de 2012

Recuerdos inventados

Mi amigo se acerca y me dice, a media voz, que tiene sida. Lo miro un instante que no sé si dura un segundo o tal vez diez minutos. Le digo, llegas tarde, pero si nos damos prisa puede ser que aún quede una mesa libre. Habíamos quedado para jugar al billar pero no se acordaba. Una pausa con los ojos ciegos de luz mirando un horizonte inexistente y se le saltan las lágrimas, sonríe y me abraza. Todas las mesas están ocupadas. Mi amigo me mira y dice, ha sido la mejor partida de mi vida. Gracias. No recuerdo ninguna tacada interesante, pero una sensación de partida perfecta me inunda. Los mejores juegos están en el corazón.

domingo, 8 de abril de 2012

Allegro non troppo

En unos instantes, tal vez unos años, he pasado de ser el centro del mundo a no ser nada. Es esta una frase que aparenta decadencia pero solo reporta ganancia. Ahora que no soy nada, aún siéndolo, ahora que mi cuerpo es como un fuelle que se mueve por el aire que respira, ahora que sé que mi vida no es mía, que es el aire la vida, estos instantes de día, años, vidas, son todos de alegría. Saber que, aunque curioso, lo apropiado es no apropiarse; escribir sabiendo que lo importante es el escrito o, mejor aún, lo importante es quienquiera que lo lea, entienda, quienquiera que sepa que aunque esté leyendo tal vez escribió su lectura en un sueño de otro, porque recuerden que no hay propiedad, no hay sueños propios. Así, en estos instantes, mientras escribo estas líneas, sé que en realidad estoy leyendo lo de otros. Y en el instante en que no soy nada puede que alguien se percate de que somos todos.

viernes, 6 de abril de 2012

Entre dudas

Andaba yo camuflado entre que sí que no que voy que vengo, mejor quieto, ¿y se me muevo?; decídete, me aconsejaron, y decidí nadar en un mar de dudas. Sí, decidí dudar, y hacer así de mi gran compañera de vida, la duda, la mayor decisión, la más original, la que nunca nadie tomó. Y ahora pienso que la luz es una oscuridad que ciega; y lo oscuro, un cúmulo de luz infinito. Y así ahora lo blanco es negro y lo negro blanco, y donde había diferencia, mi decisión que duda lo iguala. Es una gran ventaja que difumina los ismos como racismo y sexismo, mi duda decide que sólo hay personas. Y cuando incluyo animales, mi duda decide que todo son seres. Por eso ahora, yo, como todos, soy un ser que duda, un animal que rumia, un perro negro que piensa, una mujer barbuda. Y la realidad fantástica ya no me abruma, me acuna. Dudo que ser, aunque soy un ser que duda. En el titubeo mi elección pulula. Y he decidido amar la duda, que me camufla, que me absorbe, que me ayuda, que me transporta en volandas por las nubes de vida, salpicando de amor mi decisión que es una: la duda.