domingo, 24 de agosto de 2014

Rostro de nube

Y sonrisa de lavanda. Movimientos dulcemente salvajes de árbol libre zarandeado por un viento amigo y juguetón. Besos de té y te beso por eso, por tu forma de alcanzar mi corazón con tus dedos de cosquillas que hacen de mis sentimientos hacia ti pura esencia de maravillas imposibles. Y en tu rostro de nube leo las claves de todos mis sueños increíbles; la realidad vibra en tu contoneo. No sé cómo, pero siento tu amor. No lo veo pero lo creo. Se desliza como sigilosa melodía, se aventura en mi piel, noche y día: por la noche duermo en ti y al despertar soy un poco más tú. Rostro de nube, mirada de incienso, boca invisible que a todas horas siento. Mano de viento, caricia de brisa, pensar en ti me arranca una sonrisa. Rostro de nube, cueva de ombligo, no se cómo, pero siempre estoy contigo. Llaman a la puerta y es un sueño que me envuelve y engatusa, oigo cantos de sirena y veo bailes de musa y, a lo lejos, entre la bruma, un rostro de nube hacia mi camina. Tiene cuerpo de cielo y manos de lluvia. Me abraza, me besa, sus ojos me hablan, su calor canta en mi piel y su sonrisa endulza mi alma. Rostro de nube, todo yo soy tu agua.

viernes, 15 de agosto de 2014

Intemporal

Así es mi amor, una pequeña obra de arte, una corriente filosófica de cariño y caricias, la calma y la tempestad. Como el sueño más vívido, como la realidad más onírica, como cuando la tierra respira, como cuando tú me miras, como dos nubes atraídas entre sí, que se unen y fusionan, que con cariño se dan una nueva forma, y con querer se transforman en un nuevo ser, y así, como las nubes, yo con tus ojos puedo ver, y tú escuchar mis pensamientos, y yo sentir tus sentimientos que, mi lindo amor, son a los míos idénticos. Así es, mi amor, tú eres mi pequeña obra de arte, mi nube de vida, mi nube querida, el sueño que vivo y la realidad que sueño; así es mi amor y tú eres su dueño.

martes, 12 de agosto de 2014

La belleza de lo inexistente

Es tan patente que me ayuda a seguir imaginando el prodigio que se está conformando en mi interior. El amor que concibo es tan grande que nunca ha existido, pero en mi corazón encogido permanece la semilla, que brotar brotará, y brotará maravilla. Dos cosas pueden hacerlo crecer: la no cosa y el no ser. Y aunque ni yo mismo me entienda pronto hallaré la enmienda para hacerme comprender. Mientras tanto, al no existir, es tan bella como el vivir. Todo el amor que concibo no puede vivir conmigo, y de ahí su no existir. ¿Pero acaso por eso voy a dejar de ser feliz? ¿Puede acaso mi rostro olvidarse de sonreír? No, el no existir también me hace feliz, y no por generar esperanza sino por generar más andanzas, por hacerme imaginar, por hacerme soñar un mar de amor, por zambullirme y sentirme mejor. Qué bello es lo inexistente, me hace sentir tan valiente que todo puede suceder. Y si te miro y no estás, qué más das, no te voy a dejar de mirar. Y si sueño que en el vacío te abrazo se llenará de repente el regazo de tu no existir, y, por qué no, por qué no voy a ser feliz. Por qué no disfrutar un instante tan bello donde meso tu cabello y tus poros, uno a uno, beso. Por qué no acariciar tu inexistente piel, tan suave, tersa y dulce como la miel. ¿Y si como decía Calderón la vida es una ilusión? ¿Por qué no disfrutar de lo inexistente si es esa mi elección? A lo bello me encamino si es ese mi destino y el amor que yo profeso también es el que imagino.

domingo, 10 de agosto de 2014

En un momento

Un vuelco me dio el corazón. Los párpados se abrieron tan rápido que pude oír el sonido de su movimiento, tensándose al máximo. Las pestañas vibraban. La llama titubeante por mi rítmica respiración se reflejaba en mis pupilas brillantes. La vela de lavanda estaba a punto de extinguirse, pero al final, siempre al final, cuando has asumido su próxima desaparición, parece que nunca termina. Soplé, y mi aliento retenido explotó contra la llama sumiéndome en lo oscuro durante milésimas de segundo. Me levanté, en mi corazón cabalgaba cierta ansia, tiré la mesa, cayeron los libros, la cera caliente se secó en varios de mis dedos; todavía olía a lavanda, a lavanda y a carne ligeramente tostada. Una línea de luz externa me indicaba la situación de la puerta. Avancé, tropecé, suspiré, todo en uno. Mi mano tanteaba la puerta con premura, el pomo no estaba donde debía, jugaba conmigo. Mis dedos con cera chocaron con fuerza contra el pomo, un ay contenido cayó muerto entre mis labios, lo mordí, salivé, lo escupí, tragué el regustillo de un dolor estúpido mientras la luz golpeaba en mi cara al abrir la puerta. La vida es dura, me dije, pero cómo me gustaba la jodida.

El secuestro

Fue sin apenas darme cuenta. Mis ideas se fueron solidificando y mis percepciones, como un niño pequeño y confiado, iban de su mano. Los argumentos razonados que componían las ajenas refutaciones a mis ideas y percepciones producían odio en mi interior, pero utilizaba cualquier cosa, esencialmente autoengaño, para rechazarlos siempre. Como dije, fue sin apenas darme cuenta: la realidad había sido secuestrada. Siempre creí que estas cosas sólo le ocurrían a los gobiernos. A lo mejor se trataba del efecto mimético, de una plaga gubernamental que me estaba afectando, que, en definitiva, nos estaba afectando a todos. La realidad estaba en un zulo recóndito y oscuro. La moda me imponía ropas, acciones, maneras de hablar; la prensa me imponía las conversaciones y generaba mi opinión; la televisión mandaba en mi absurda vida y yo, como todos, la idolatraba, recibía mis dosis diarias de fútbol, comentarios políticos sin sentido, vida social de famosos de turno. Con mis amigos ya no podía hablar de mis lecturas, del último libro leído, porque eso no estaba de moda, por qué no esperas a que hagan la película, me preguntaban, pero si es un libro de filosofía, decía yo, estás anclado en el pasado, si no hacen película es que no es interesante. Así que hablamos de los goles de la semana, de un par de anuncios curiosos de la tele, de su originalidad, y mis amigos se despidieron de mí haciéndoles prometer que no volvería a leer más filosofía. Llegué a casa, fue sin apenas darme cuenta, recogí los libros de la mesa, los guardé en un cajón de trastos viejos que no sé por qué nunca se decide uno a tirar, y encendí la tele.

domingo, 3 de agosto de 2014

Destello

Cada vez que te veo en mi corazón se genera un destello. Y si te sueño, una ráfaga de luz ilumina mi esperanza, la ilusión se transforma en realidad y esto no es banalidad, es el resplandor vivo de tu genialidad. Cada vez que te veo, un destello se produce y al corazón de mis sueños me conduce, tú me haces querer, descubres el amor en mí, tú me haces feliz. Y si te pienso, me pongo contento, si te imagino, se hace luz en el camino, y si te espero, descubro mi ser verdadero. Cada vez que palpito, que suspiro, que hablo, que escribo por ti, mil destellos se generan dentro de mí. Recorren mi interior, me envuelven, y en la oscuridad te veo, y en el silencio te oigo, y en todo lo que hago y digo y vivo, un destello me susurra al oído que te quiero. Y si cierro los ojos, te veo; y si dormido sueño, te veo. Y si con prisa viajo sé que tu eres mi atajo. Ráfaga tras ráfaga crece el resplandor, no sé por qué, pero me siento mejor, las ropas se desprenden de mi cuerpo, pura y bendita desnudez me embarga, noto un dulce viento en mis entrañas: eres tú que estás inundando mi alma.

viernes, 1 de agosto de 2014

Busco respuestas

Y para ello no hago nada. Me tumbo boca arriba en la cama y escucho. Los sonidos se confunden, los pensamientos hablan y el silencio emerge en pequeñas burbujas mientras mis ojos se cierran después de un pequeño parpadeo titubeante, como a cámara lenta, y así, sin querer, se crea una siesta. Sin saber cuánto tiempo ha pasado, abro los ojos y, aún cansado de no hacer nada, ronroneo gustoso. Remoloneo unos segundos, me estiro y, mientras mis ojos se conceden un último parpadeo, mis labios se arquean y una sonrisa creo. Pienso en cosas por hacer y también en las respuestas que busco. Soy un artista, un poco vago, pero un artista en todo momento y hace un rato he creado una siesta y una sonrisa. Son también dos respuestas que me han sido concedidas por lo natural de la vida. Me levanto, muevo una silla, me siento y mi cuerpo respira. Me encuentro mejor y pienso en ello: qué sería de mi vida sin esta búsqueda constante de respuestas que cada instante, sin apenas darme cuenta, me revela.