lunes, 25 de marzo de 2024

El zombi

Suena el timbre. Abro la puerta. Ante mí un hombre alto, trajeado, mirada inquisidora pero suave y cierto aire crepuscular en su rostro. Algo me llama la atención en él, pero no sabría especificar qué. Quién es, le pregunto, qué quiere, le digo mientras me sonríe abiertamente. Soy tu zombi filosófico, me dice. Ya decía yo que me resultaba familiar. Idéntico a ti pero sin conciencia. La cosa se pone interesante; como mirarse al espejo, a un espejo sin conciencia. A qué has venido, le digo. Haces muchas preguntas. Es que soy un humano filosófico, estoy lleno de dudas. Pero pasa, no te quedes ahí como un pasmarote. Te voy a hacer algo de cenar y pronto te vas a dormir, que mañana trabajas. No, no trabajo. Sí, empiezas mañana, me vas a sustituir. Bueno, podemos probar. Ya verás, te encantará, mi zombi querido. Qué bien me vas a venir. Le puse un plato de sopa y, mientras se lo tomaba, le preparé su cama y le puse mi despertador. ¿Podemos concluir que la consciencia no depende de las propiedades físicas de lo seres? No sé, pero que vaya a trabajar él.

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