Hablando con el mundo invisible

Me siento reconfortado. Cuando la rutina pesa, el día a día se va espesando, las relaciones laborales se tuercen, la vida cada vez más inmersa y estancada en un capitalismo que agoniza, sí, que sigue agonizando a pesar de llevar años muerto; entonces respiro hondo y comienzo a hablar con el mundo invisible. Con conceptos, con espíritus, con muertos, con el amor puro, con todo lo que se filtra en ese pequeño rayo de luz que me incita a un susurro interactivo. Converso con mi interior, con la nada que soy, pero una nada llena de cosas, de amor que se expande por el mundo, de una amistad con raíces voladoras, natural e inspiradora. Converso con el mundo que me espera, con el futuro ancestral, con todo lo invisible y fenomenal, hasta que adquiere forma. Hablando con lo invisible construyo mi mundo de amor. Veo sonreír a mis amigos, los abrazo, les doy besos, y todo este amor invisible me hace sentir mejor. Las raíces voladoras de la amistad me atrapan y me dejo llevar.