jueves, 25 de septiembre de 2025

No morirse del todo

Ese parece ser un deseo muy extendido. La mayoría quiere acceder a él simplemente no hablando de la muerte. Esconder lo que no quiero ver debajo de la alfombra no es mi estilo, por lo menos no todavía. Creo, sinceramente, que para no morirse del todo hay que vivir plenamente, hay que vivir del todo, con malas decisiones, con errores, con riesgos que, unas veces nos perjudicarán y, otras, nos alzarán a una alegria máxima. Y para vivir plenamente hay que amar. Y el amor conlleva sufrimiento, a menudo porque no es bien recibido ni correspondido y, en la mayoría de ocasiones, porque los seres amados desaparecen, por enfermedad, vejez o accidente. Pero, aunque mueran, si los hemos amado, no mueren del todo, perduran en nuestros corazones, en nuestros recuerdos y memoria, y también en nuestras ilusiones y alegrias. Yo llevo a mi madre incluso en los gestos, pero no en gestos heredados al nacer, sino en gestos adquiridos al morir ella. Y eso es porque parte de ella vive en mí. Y es en ese amor práctico, gestual y de hábitos como ella no muere del todo, viviendo permanentemente en mí.

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