domingo, 28 de junio de 2015

Besar el látigo

He sido educado para eso, como el noventa por ciento, para besar la mano que me domina, pero soy un rebelde, maleducado, pues leo, pienso y soy autodidacta. Por eso esquivo la mano con simpatía, eludo el látigo con habilidad meditativa y aprendo a pensar en esta vida. La paciencia externa acrecienta la lucha interna. Todo lo programado debe desprogramarse y reprogramarse. El látigo que antes se debía besar ahora debe quemar en la mano. Una sonrisa constante me acompaña como un escudo protector invisible, la sonrisa ejerce de barrera contra el opresor, y el pensamiento libre junto con el amor nos encaminan hacia una transformación feliz. Si no besé el látigo en su momento a santo de qué sucumbir ahora a una mordaza. No sirve de nada y nunca servirá porque mi pensamiento comenzará a gritar. y cuando el pensamiento chilla, la revolución es imparable.

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