lunes, 1 de abril de 2024

El pájaro en la tormenta

Escribo sobre el amor pero estoy solo. Puede parece contradictorio, pero no lo es. Llegué solo aquí, al mundo y, también, amo la soledad. Pero de eso no quiero hablar ahora. Pienso, escribo, me relaciono, y, como casi todos hacemos, a veces parezco lo que no soy. O tal vez sean las conclusiones que sacan los demás de lo que escribo o de las fotos que ven. Intento sonreír cuando me hago una foto pero no significa que esté siempre sonriendo. Lo que intento decir es que no se puede juzgar el todo viendo solo una parte. Llevo años buscando la tranquilidad, la calma y solo hallo momentos fugaces, fogonazos, chispas de calma que se diluyen muy rápido. Y si me intento definir, no soy solo un hombre que ama, un ser en paz producto de la armonía del mundo, no soy lo que pienso ni lo que hago, soy el pájaro en la tormenta, esquivando rayos, sufriendo el aguacero, calado hasta los huesos, aleteo sin fuerzas, me pierdo en una hoja en blanco, ahogado en la angustia, en la repetición diaria, busco, desesperadamente, el asidero del amor, aunque sea a distancia, busco también las palabras y casi siempre elijo la inexacta. El pájaro en la tormenta, no tiene temas para escribir, huye del dolor, teme al futuro y también al pasado y, aunque no puede retroceder, a veces da vueltas sin sentido, perdido, aturdido, intentando cooperar en un mundo competitivo. Sacudo mis alas en medio de la tormenta, sin miedo, y mi mente viaja al interior de mi corazón mientras vuelo entre rayos y centellas. Ahí están mis seres queridos, mis amigos, mis amores, todos los juegos que jugué de niño, las flores de mi madre, los sueños de un don nadie. Soy el pájaro en la tormenta y, aunque empapado, sigo volando sin niguna certeza. Las dudas son mi existencia y el amor, lo que me da paciencia.

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