miércoles, 24 de abril de 2024

Las palomas me esperan

He establecido contacto con un grupo de palomas un par de días a la semana. Conocen mi cara, me reconocen a más de cincuenta metros. En cuanto aparezco por las calles, donde les echo migas disimuladamente, vienen planeando hacia mí, me rodean y esperan mi ofrenda panífica. Es como un rito entre especies aunque puede que seamos de la misma y aún no lo sepamos o solo lo sepan ellas. A veces me imagino que voy a salir volando, que las voy a seguir, que alzaré el vuelo, atravesaré mares y nubes y llegaré a los lugares ansiados y soñados donde me esperan con los brazos abiertos y toneladas de amor. Las palomas me miran inquietas, cuestionándome, no tienen prisa, esperan que les dé su comunión y, después de engullir las primeras migas, comienza una danza de pequeños vuelos y pasitos y contoneos. A veces les hablo, se acabó la manduca o no tengo, se me ha olvidado, y lo entienden a la primera, pero dan un par de pasadas por el cielo sobrevolándome, es como un saludo o una advertencia, no te olvides, algún día serás como nosotras porque nosotras fuimos como tú. Estamos confabulados y, lo que comenzó siendo un enigma, ahora es de lo más rutinario. Las palomas esperan mi vuelo y yo lo estoy planeando.

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